La primera, la segunda. La tercera. El ruido devastador de las bombas alcanzó a los ciudadanos de San Pietro Infine en octubre de 1943. Escondidos en las cuevas, hambrientos y con frío sintieron y vieron mil de años de historia derrumbándose.
La historia de su pueblo, empezada en época romana, con ejércitos, comerciantes, reyes, papas, campesinos andando por la calle Latina entre Roma y Capua. Al terminar el bombardeo, casi nada había quedado. Pero la memoria sigue viviendo, a través de los jóvenes de aquel entonces: sobrevivientes que viven aquí o que, de vez en cuando, vuelven al pueblo con hijos y nietos, haciendo un viaje en el dolor y en la humanidad. Y sobre todo en la memoria, evocada en el muy sugestivo espacio museal, a través de los objetos, de las imágenes, de los sonidos de aquella época. La oscuridad del camino es mucho más sugestiva por parecer producida en la roca o en la muralla del ex molino de aceite. El pueblo es arqueología, arte, antigüedad y Edad Media, Renacimiento y Barroco. Es arte y arquitectura, fe y comercio, cultura y tradiciones populares, trabajo agricolo y proto industria.
Y sobre todo es cuento, gracias a las voces de los guías que acogen y acompañan a los visitantes. Se sube con un poco de esfuerzo hacia los restos del castillo y luego se baja hacia la fuente de Santa Maria dell’Acqua y a su santuario, para encontrar dos hitos romanos y volver atrás en la historia, disfrutando de un panorama único que nos reconcilia con el mundo. El camino museal ha sido realizado por Officine Rambaldi por parte del director Carlo Rambaldi, premio de la Academia.
El viaje por la memoria del pueblo que ya no está empieza en el interior del centro visitas. Es un camino que empieza en la penumbra de una antigua almazara construida sobre los restos de la Iglesia medieval de San Nicola. La luz guía al visitante, acogido por el agua y por una instalación artística, una grande bola en cuyo lado está la reproducción del cuadrante de un reloj solar. Luego, se pasa por siete creaciones escenográficas enriquecidas por música y sonidos cuadrafónicos. A la izquierda de la entrada, está el fragmento de una epígrafe romana en caliza que podría remontarse al 50 a.C. aproximadamente. Recuerda a Gaio Annio, hijo de Sesto de la Tribu Teretina; fue puesta por su hermano Lucio. El camino museal sigue evocando la guerra a través de los periódicos de la época y de objetos de la vida cotidiana de ciudadanos y soldados aliados, acabando con la proyección de algunas escenas de “The battle of San Pietro”, el primer documental de guerra de la historia. Fue grabado en 1943 por el ya conocido director, John Huston, en toma directa, durante las acciones bélicas del 143° Regimiento de Infantería de la 36ª División “Texas” de Estados Unidos.
La película nos enseña las fases de la conquista de San Pietro por parte de los Aliados, acción indispensable para el avance de las tropas hacia la siguiente línea Gustav y, desde allí, hacia Roma.
El recorrido sigue al exterior del pueblo derrumbado y abandonado. Cerca del centro visita está la plaza del Ayuntamiento, donde hay restos de una puerta ciudadana, de casas y tiendas, a veces cavadas en la roca. La plaza termina con una iglesia dedicada a San Sebastián, probablemente de la alta Edad Media, construida tal como aparece hoy en 1501. El portal guarda jambal de piedra de la Edad Media representante animales y hojas. En el interior, hay restos de pintura en las paredes y en la cúpula redonda. Entre las muchas casas y memoria de vida cotidiana, destacan el arco gótico y los restos de pinturas muy interesantes, que remontan hacia el final del siglo 14 y el comienzo del siglo 15.
Más arriba aún está la iglesia de San Michele, de planta de cruz latina, de tres naves, cubierta de bóveda de cañón y cúpula alta con tapa semiesférica en el presbiterio (visible sólo desde el exterior). La portada renacentista lleva el epígrafe de 1580. El ábside de la iglesia se apoyaba en las murallas medievales que acababan en la torre-castillo, de planta trapezoidal, de las que se conservan las imponentes estructuras murallas en la parte más alta del pueblo.
El territorio guarda importantes vestigios de intensa actividad humana incluso desde la antigüedad. En primer lugar, el gran recinto megalítico samnita del Colle Sant’Eustachio que rodea la ladera de la montaña por unos 1,5 km, en planta trapezoidal. Una posible excursión (no incluida en el recorrido): siguiendo el antiguo camino pastoral de San Leonardo, se encontrará la muralla exterior y desde la plaza superior del antiguo pueblo en aproximadamente 2 horas se llegará a la cumbre de la montaña (1205 m snm).
En la parte superior hay una segunda muralla megalítica, mucho más pequeña, en cuyo interior se encuentran los restos del antiguo altar pagano y una cisterna (siglos IV-III aC), un horno (inmediatamente al pie de las murallas) y de la iglesia de Sant’Eustachio, de una sola nave con ábside, activa hasta 1760. Otros restos arqueológicos de época romana salpican la llanura, atravesada por la Vía Latina, reestructuración romana del siglo IV A.C. de una antigua ruta de tránsito hacia el llano de Campana, que siempre ha sido favorecida con respecto a la Appia y utilizada durante milenios por peregrinos, comerciantes y ejércitos, hasta 1943. La taberna del siglo XVII San Cataldo heredó la función de estación de descanso romana citada en la tabla peutingeriana.
La inscripción de 1826 recuerda el paso del rey Francisco I en 1824 y el de su abuelo Carlos de Borbón en 1734. Otras cisternas romanas se refieren a villas rústicas (masseria de Rossi, cueva de Sabatino, Monticello) distribuidas por la zona. Dos piedras sepulcrales están amuralladas en el exterior de la iglesia de Santa Maria dell’Acqua. Esta surgió cerca del antiguo centro de ad flexum, del nombre de la curva que la Vía Latina trazaba en el suelo. La tradición recuerda la aparición de la Virgen el 13 de septiembre de 1100. En la actual iglesia del siglo XIX han resurgido restos de los frescos del siglo XV. Cerca de la fuente que da nombre al santuario hay un molino de aceite y unos restos del acueducto romano.
Otro camino en la naturaleza es el camino inmerso en la verde vegetación que rodea el pueblo abandonado. A lo largo del valle al oeste del pueblo medieval (a unos 5 minutos a pie), se llegará al área debajo del casco antiguo. Aquí, en el otoño de 1943, los Sampietresi cavaron las llamadas “cuevas del Valle”, refugios improvisados que permitieron a más de 500 civiles sobrevivir a los bombardeos. Hoy siguen siendo un testimonio de la tenacidad y del apego a la vida y a su tierra de unos habitantes que se negaron a salir de su pueblo. Porque San Pietro Infine es la historia de un pueblo que estuvo y ha permanecido allí, congelado en el tiempo, desde aquel lejano otoño de 1943.
